Realizar bien su labor: Leitmotiv de la primera liniera cubana
A sus 34 años, Yanelis Rodríguez Reyes es la primera mujer liniera de Cuba. Foto: Anaray Lorenzo/Bohemia.
Días atrás la noticia asombró a Yanelis. La acababan de invitar a la celebración por el Día Internacional de la Mujer en la sede de la Unión Eléctrica. Al llegar esperaba un acto típico, pero cuál fue su sorpresa cuando encontró su foto en un local de homenaje a “mujeres que realizan trabajos tradicionalmente desempeñados por hombres”.
Hace solo cuatro meses, Yanelis Rodríguez Reyes se graduó de la Escuela de Capacitación de Linieros Juan Ronda Lezcano. Sin embargo, no se vanagloria de ser la primera mujer liniera en Cuba, ni de que esta sea su cuarta entrevista en tan poco tiempo. Es, de hecho, bastante práctica y asume su oficio, en la Empresa Eléctrica de Capdevila, como uno más.
En abril de 2022 esta joven natural de Granma estaba buscando empleo en La Habana. Anteriormente había trabajado en cafeterías, oficinas y hasta en vaquerías. Ahora le venía bien cualquier oficio digno que le diera sustento. Fue entonces cuando un vecino, que estaba en un curso de la escuela de capacitación de linieros, le habló de esta oportunidad.
Él mismo la acompañó a la Unidad de Capacitación de la Empresa Eléctrica de La Habana, para que viera la disponibilidad de ofertas de superación. Concluida la consulta, Yanelis se fue a casa con la esperanza de prepararse como telefonista, atendiendo clientes.
Siete días después, una rápida decisión daría un giro a su trayectoria laboral, a sus 33 años. “Cuando fui a apuntarme como telefonista, otros muchachos estaban matriculando para ser linieros. Me enteré de que el salario como liniero es superior y le pregunté a un profesor si aceptaban mujeres. El averiguó y me dijo que sí. Lo único que me preguntó fue si tenía miedo a las alturas”, recuerda.
Aprobar el examen psicométrico fue la puerta de entrada a la escuela de linieros. Confiesa que la noticia fue impactante para algunos en su familia, pero nadie interfirió en su decisión. Por aquel entonces no sabía que su niño pequeño, que estaba viviendo con el padre, retornaría a la casa.
En los seis meses sucesivos se asomaron momentos difíciles, por la escasez de transporte, por el desafío de mantenerse ella y su hijo con el estipendio de 2 100 pesos mensuales (el salario mínimo del país), y hasta por la presión de quienes dudaban de que terminara el curso, pues este es un trabajo duro y varios de sus compañeros “se rajaron” durante la capacitación.
“Si no le pongo empeño no hubiese llegado a ser liniera. Pero siempre me ha gustado el atrevimiento, hacer ejercicios. Eso y el apoyo de mis profesores y compañeros de la escuela me impulsaron a seguir adelante”, dice Yanelis.
En la capacitación se enseña a escalar postes con espuelas; a abrir huecos a mano; a bajar estructuras y armarlas; los métodos de seguridad y protección y otras actividades que exigen buena preparación física. Yanelis, admite, aún le tiene respeto a un tipo de poste muy duro y no tiene confianza de soltarse cuando trabaja en lo alto, para apoyarse solo en la faja de seguridad.
Conserva el recuerdo reciente de una caída de dos metros que sufrió mientras entrenaba en la escuela. Se lastimó un pie y, aunque estuvo varios días con dolor, no faltó a clases, porque “suspender la práctica es perder el ritmo”.
Sin embargo, “arriesgada”, como ella misma se define, a esta cubana de poco más de 1.60 metros de estatura no le gusta trabajar desde el suelo, sino desde lo alto. Este principio lo ha puesto en práctica desde su graduación de la escuela de linieros.
Como no podía “subir” mucho cuando laboraba en el Departamento de Líneas Aéreas de la Brigada de Mariño, en la 110 000, recientemente se trasladó para la Brigada de Jairube, en la 33 000, donde cambia postes, hace aislamientos y tira cables. “Aquí tengo más trabajo, pero me gusta, porque voy ganando más ritmo a la hora de hacer las tareas”, dice.
No es indiferente a quienes la miran mal porque “realiza un trabajo de varón”. En los inevitables encuentros con las personas mientras desempeña su labor, hay quienes le recuerdan que este es un oficio fuerte y peligroso, y una vez le preguntaron si era bombera o estaba haciendo ejercicios.
En las brigadas ha sido bien acogida. Sus compañeros la auxilian cuando hay que cargar objetos muy pesados, como las escaleras, y ya ha realizado labores fuera de La Habana, en lo cual contribuye que su niño vive otra vez con el papá.
Yanelis se define como una persona sin muchas metas o sueños. Su objetivo primero es trabajar. Ante la pregunta de su interés por superarse como liniera, dice que le agradaría hacerlo cada dos años y luego ver qué más le presenta la vida.
Pero no adorna el discurso con romanticismo ciego. Este es un trabajo que le gusta, que apenas da para subsistir, como muchos otros, y donde pudiera estar unos años o la vida entera, eso no se sabe. Volvemos de nuevo al sentido de la práctica de esta mujer, que rompe estereotipos y desdibuja la barrera que sexualiza las profesiones, movida solo por el afán de realizar bien su labor.
Añadir nuevo comentario